“YA ME PARECÍA A MÍ QUE ERAS DEMASIADO HUMANA, PARA SER HUMANA”

La Teniente Ripley a Annalee Call cuando descubrió que era un robot (Alien Resurection)


viernes, 30 de octubre de 2015

LA SEÑORA MIL (1.000)

CUENTOS CHINOS. DE VERDAD

LA SEÑORA MIL (1.000)

Ayer estuvimos en la presentación en Shanghai de una nueva feria de la arquitectura. La empresa la dirige un malagueño, por lo que el vino fue español, si bien los canapés eran locales, aunque muy sofisticados. 
¡Lástima de jamón serrano!

Me sorprendió la agresividad con la que algunos comerciales se te echan encima en cuanto te ven con cara de diseñador o arquitecto. (Mis gafas siempre les engaña).

Me avasalló un ruso que fabricaba moquetas, una china que no sé que vendía porque solo hablaba en chino, y así entre tinto y tinto fue transcurriendo la velada.

Es curioso en estos casos, como los guiris que en China se nos nota de lejos que lo somos, tendemos a hablar entre nosotros, porque o podemos crear un ambiente español o al menos inglés, lo cual relaja una barbaridad.

Pero lo interesante llegó cuando una señora digamos que talludita, aunque con los chinos siempre es imposible determinar sus edades, se aproximó a mí y me preguntó si yo era “designer”. Me dije, “una más”, pero la educación china, te hace atenderla con la mejor de tus sonrisas. Gabi merodeaba por allí y cuando me vio en las garras de la señora acudió presto al rescate y resultó que se incorporó a la conversación que a partir de entonces fue a tres, y que continuamos porque no dejaba de ser interesante.

Lo primero que hizo la señora fue presentarse y sacar su tarjeta. Nos dijo en inglés que se llamaba Lian One thousand, siendo Lian el apellido y Mil el nombre. Ante mi perplejidad, nos enseñó en su tarjeta el carácter que significa mil, lo cual Gabi que sabe bastante más chino que yo, me confirmó que era verdad.



Lógicamente mi curiosidad pudo más que mi escepticismo y le pregunté por qué carajo se llamaba así. Y he aquí la respuesta.

-       M: Yo fui la segunda hija de mis padres.
-       J: Pero si en esa época solo se podía tener un hijo
-       M: Sí pero mi padre decidió pagar 1.000 ¥ al Estado y le autorizaron a tenerme. Piensa que entonces 1.000¥ era mucho dinero, lo que mi padre se ha encargado de recordarme a lo largo de mi vida. Y para que no me olvidase, me lo puso como “nombre de pila”. Ahora ha llegado el momento en que me pide que se los devuelva; cosa que yo no puedo hacer porque los 1.000¥ de entonces se han convertido en 200.000¥ de ahora.
No sé que le preguntó Gabi, pero ella contestó, “es que yo he creado valor”.
Después seguimos charlando de su negocio, del nuestro y tal y tal y tal.

La verdad es que uno se sigue sorprendiendo cada día más que vive en este país.

Un día dije “El día que China deje de sorprenderme, volveré a España”.
Lo retiro ahora mismo, porque creo que de ser así, acabaría muriendo aquí…de viejo.


Shanghai, 30 de Octubre de 2015

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