“YA ME PARECÍA A MÍ QUE ERAS DEMASIADO HUMANA, PARA SER HUMANA”

La Teniente Ripley a Annalee Call cuando descubrió que era un robot (Alien Resurection)


lunes, 6 de enero de 2014

LOTERÍA, SUERTE, AZAR

CUENTO ESCRITO EN CHINA (QUE NO CHINO)

DE VERDAD

Es un hermoso espectáculo ver como se desata la emoción cuando la Lotería “cae” en un barrio, en un pueblo o en una comunidad de vecinos.

A los agraciados se les queda cara de “como me estaba mereciendo yo que me pasase esto”, y les entran unos deseos irreprimibles de invitar a cava a todos los amigos; incluso a los desconocidos que pasan por ahí en ese momento. Necesitan echarse a la calle a desbordar su alegría y compartirla con quienquiera que se les aproxime. Ahora parece que ha remitido el obsceno espectáculo del Director de la sucursal bancaria vecina como cuervo carroñero. Las nuevas tecnologías les aproximan al ganador vía Whatssap que es mucho más cool. “Felicidades Antonio, no dejes de llamarme que tengo muy buenas noticias para ti (como lo de las preferentes por ejemplo)”.

Hoy veía como en Monforte de Lemos (pueblo de residencia del maquinista del tren descarrilado el pasado verano. También tiene su gracia la coincidencia), un entrevistado decía: “El gordo ha “caído” entre la gente que más lo necesitaba.”
Y, ¿Acaso eso no ocurre cada vez? En general suele tocar a los más desfavorecidos, que por eso juegan a tentar al azar y su suerte, como única esperanza de que sus vidas mejoren, porque lo que es con la acción del Gobierno, van dados.

Otro decía: “Ya no soy hipotecario, soy propietario”.
Y lo más repetido: “Ahora podré tapar algunos agujeros”.

Que felicidad la de los tocados por la diosa fortuna que acecha tras el “bombo”, y por el contrario cuantas muchísimo más abundantes decepciones de los que jugando también a su última esperanza para el cambio de vida, la realidad les devuelve a su terrible desesperación, lamentándose incluso de no haber gastado los euros que les costó el juego, en un plato de lentejas de verdad.

Y a continuación del espectáculo de los afortunados, me he acordado de unas cuantas anécdotas que he vivido relacionadas con esto de la Lotería.

La primera data de cuando yo manejaba una empresa cuyo consejo de administración lo constituían ocho de los considerados como mejores empresarios de la publicidad de ese momento (1993. Así, los que estáis o estabais en este mundo, podéis tratar de deducir quienes eran).

La Navidad de ese año, la empresa les regaló un jamón y un billete de lotería. Uno de los consejeros, al que profeso un enorme cariño, me dijo: Por muchos años que vivas en Catalunya, no puedes negar tu origen madrileño. No hay regalo más “madrileño”, que un billete de Lotería adosado a un jamón.  

En ese momento aprendí que estos dos elementos (pata de cerdo y billete de lotería), formaban parte del adn del espécimen nacido en esa ciudad en la que la alcaldesa habla un inglés espectacular.

La segunda me sucedió, con un cliente al que le regalé un décimo y me contestó: Muchas gracias Jesús, pero es que yo nunca juego a la Lotería.
Pues debes ser de los pocos, le contesté.
Y me argumentó, que ese era el recurso de los pobres y que, “obviamente, no es mi caso”.

Y la tercera tiene un matiz humano que cuando me sucedió, me conmovió.

Yo tengo un muy querido amigo que es doctor en medicina y ejerce como médico de familia en la localidad barcelonesa de Sant Cugat.

El Dr. Jaume Ros aparte de excelente persona, es un notable galeno cuya cartera de pacientes supera los 4.000.
Jaume, el día que se presenten todos a la vez en la consulta no sé que harás, porque en esta sala de espera solo caben 12.

Conozco a Jaume desde 1990, aunque empezamos a ser amigos algunos años más tarde. Y nos hemos hecho compañeros de muchas cosas entre otras de bicicleta: Me machaca siempre que subimos al Tibidabo (es 8 años más joven que yo y eso se nota en las subidas, aunque otra cosa son las bajadas, donde no me pilla ni en broma, porque yo peso unos kilos más que él y bajando también se nota).

También es mi “pareja de buceo”. Nos consideramos inseparables debajo del agua, donde él consigue que yo esté callado. Yo digo que si no viene conmigo, no bajo. Y a esta norma sólo se le acepta una excepción, que es cuando hacemos un viaje de buceo acompañados con nuestras respectivas esposas. Yo ahí siento terribles celos de Inma, porque él la prefiere a ella, y como Lola me ha dicho que bajo el agua su pareja siempre es el guía, yo me quedo más solo que el pez piedra. Y hago la inmersión tratando de hacer un trío acuático con el Dr. y su esposa o el guía y la mía.





Para poneros en contexto al pie de la anécdota que os voy a referir, os diré que Jaume es hijo de una pareja de guardeses que se hicieron a sí mismos trabajando como acémilas hasta conseguir ser propietarios de varias empresas, y poder dar instrucción y carrera a sus cuatro hijos. Y si Jaume no es lo que antes se llamaba “rico por casa” es porque el padre le ha enseñado a trabajarse por sí mismo lo que pueda llegar a obtener de la vida material o espiritual.

Bueno pues un día le pregunté si jugaba a la Lotería de Navidad a lo que me contestó que nunca había jugado y que nunca jugaría.

¿Y eso por qué Jaume?

¿Te parece poco premio haber nacido en la familia que he nacido?. A mí ya me tocó y no necesito tentar más a la suerte.


¡¡¡Que suerte poder contar con amigos de ese nivel personal!!!!