“YA ME PARECÍA A MÍ QUE ERAS DEMASIADO HUMANA, PARA SER HUMANA”

La Teniente Ripley a Annalee Call cuando descubrió que era un robot (Alien Resurection)


martes, 30 de diciembre de 2014

ESTO NO ES UN CUENTO…¿O SÍ? - LA TRASCENDENCIA



ESTO NO ES UN CUENTO…¿O SÍ?

LA TRASCENDENCIA


Por fin me he animado a leer el “Diario de Otoño” de Salvador Pániker. Me ha costado un poco, porque cuando leí “Cuaderno Amarillo” me pareció que este buen hombre tiene una línea de pensamiento realmente impresionante, pero escribe con una pedantería que se me hizo entonces insoportable.

                                     

No sé si el hecho de ser filósofo entraña esa necesidad de hablar desde el Olimpo, o quizás en el caso de este pensador, como él mismo observa en su libro, “dedicar media vida a construir el ego y la otra media a deshacerse de él”. pudiera ser que no hubiese entrado todavía en esa segunda mitad, a pesar de que cuando escribe estas palabras cuenta con una madurez y la excelencia que le aportan sus 70 años vividos.

No me he arrepentido de leerle en esta ocasión y de tomar muchas notas sobre su vertido intelectual. Notas que desde que leo en e-readers, me resulta muy fácil remarcar, incluso separándolas por colores, según el tipo. Algo un poco distinto aunque parecido, a lo que ha hecho con este mismo texto mi amiga Virginia Galvín que lo ha ido marcando con un lápiz de Chanel de esos de mejorarse el aspecto, que es el que tenía más a mano en ese momento. Claro!  es que hay gente que conoce y practica el glamour, incluso leyendo filosofía, y otros que resultamos un poco más de andar por casa.

El pensamiento de Pániker me ha conmovido sobre todo en lo referido a la trascendencia y a la necesidad del hombre para inventar dioses, y cómo ésta, ha resultado una constante a lo largo de la historia de la Humanidad. Y que el hombre primitivo empezó a pensar en la deidad por la simple observación de la cúpula celeste.

Me ha llamado mucho la atención una observación de Schrödinger: la idea de un universo sin nadie que lo contemple resulta absurda. Es el despropósito de un universo sin “espíritu”, sin conciencia, sin cómplices, sin dioses, sin amor. Se hace difícil pensar que el fantástico y colosal espectáculo de la evolución cósmica transcurra, como una pieza de teatro del absurdo, ante un auditorio vacío.

También comenta una expresión de Camus: Uno tiende a pensar que en alguna parte tiene que residir la matriz de la racionalidad, de la conciencia, de la belleza y, en último término, del ser.

Que bien nos hace a los agnósticos, que no llegamos a ser ateos (¿será porque somos cobardes?) sentir cómo la creación de dioses o no, la aceptación de su conjugación o no, la generación de dudas, que, como dice mi amigo Jorge Gómez Monroy, son muchísimo más abundantes que las certezas, es algo que afecta hasta a los creyentes.

De tal modo que al final uno concluye que el dudar está en la misma esencia del ser humano. Y el creyente plantea sus dudas desde la puesta a prueba de su fe, y el no creyente desde la de su escepticismo.

Y desde aquí me vuelve a inquietar la construcción intelectual de esos cuerpos de normativas, liturgias y cultos con los que los más poderosos se han dedicado a controlar a los más débiles, y que les han dado el nombre o el concepto de Religión. Algo que escribo con mayúsculas contra mi víscera, porque es un concepto tan atronador y que afecta tanto a esta humanidad a la que pertenecemos, que he de elevarlo de la categoría donde me gustaría tenerlo confinado.

Y este concepto que en todas las culturas existe, no me asombra que afecte tantísimo a las personas. Recuerdo una película de Ciencia Ficción que se titulaba Contact, en la que una mujer científica encarnada por Jodie Foster, se ofrecía voluntaria para establecer un primer contacto con una civilización extraterrestre que se había manifestado interesada en contactar con la Humanidad, ya que había sido ella con su ciencia quien había dado lugar a ese hipotético contacto. La científica en cuestión era atea, y se le preguntaba ¿Por qué vamos a enviar como embajadora de la Humanidad a una persona atea, cuando más del 95% de los seres humanos tiene alguna forma u otra de creencia metafísica?.


                

Y es que parece cierto que las religiones pierden valor cuando los fenómenos explicables solo por la acción del “creador” o por la magia, o sumidas en las tinieblas del misterio como hace la religión católica, tienen una explicación física o intelectual. Y que el famoso dicho “Cuanto más ciencia, menos dios” es una realidad, menos cuestionable cada día que pasa.

Parafraseo otra vez a Pániker, para expresar mi acuerdo en ese concepto que vierte de manera extraordinaria sobre los que andamos debatiéndonos entre la necesidad de sentir algo más que no esté necesariamente apoyado en un acto de fe. …la ciencia nos hace agnósticos y la mística nos abre a lo que no tiene nombre. 

“Agnosticismo místico” es, así, una buena fórmula para definir el tipo de sensibilidad religiosa a la que uno se adhiere.

Ahora que estoy en China me ha entrado una tremenda inquietud por el Tao. Materia en la que me ha introducido mi buen amigo chino Alberto YuYu. Y me inquieta porque, al contrario de la mayoría de credos y religiones, esta promueve que la vida y los placeres que conlleva el vivir se han de disfrutar mientras se está vivo y no en un hipotético paraíso, o cielo, o nirvana, o wahlala o como cada liturgia quiera llamarlo, al que hay que acceder después de muchísimos sacrificios.

Para mí una religión “Epicúrea”, reviste un interés por encima de lo normal. Motivo por el cual me he decidido a estudiar al respecto. Yu Yu me ha explicado unas cuantas cosas sobre el taoísmo, pero ya os las contaré cuando además de esas, haya aprendido unas cuantas más, si es que lo consigo. Os prometo que lo compartiré con quienes queráis.

Aquí os dejo una imagen relacionada con mi hipotético artículo sobre el Tao. (Si un día finalmente me atrevo a escribirlo).


              



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