“YA ME PARECÍA A MÍ QUE ERAS DEMASIADO HUMANA, PARA SER HUMANA”

La Teniente Ripley a Annalee Call cuando descubrió que era un robot (Alien Resurection)


sábado, 21 de septiembre de 2013

30 EMPRENDEDORES ESPAÑOLES TOMARON SHANGHAI A INICIOS DEL SIGLO XX


30 EMPRENDEDORES ESPAÑOLES TOMARON SHANGHAI A INICIOS DEL SIGLO XX

Era la época en la que se estaba yendo a la porra aquello de que “En el imperio nunca se pone el sol”.

Ya estaba prácticamente desmoronado cuando algunos de los empresarios españoles que vivían en Filipinas, decidieron pasarse a Shanghai que a principios de siglo era una tierra de promisión y donde Franceses, Ingleses y Norteamericanos se repartían la naciente ciudad. Los japoneses llegaron más tarde a terminar de fastidiar la fiesta.

He tenido ocasión de ver alguna foto de la primera década del siglo en la que posaban orgullosos los 30 empresarios españoles.

De estos, me interesa destacar la labor de dos de ellos, que quedó aquí ligada a la historia de esta ciudad, y de hecho aún quedan testimonios de su vida aquí.

Uno de ellos fue un arquitecto que hizo una sustantiva contribución a la modernización de la arquitectura de la ciudad. Estoy hablando de Abelardo Lafuente.

El Sr. Lafuente fue uno de los empresarios que se trasladó aquí después de haber invertido parte de su vida en Filipinas y en una de las reuniones del grupo de emprendedores españoles, conoció a un personaje singular originario de Granada que tuvo una gran influencia en su vida y en su obra.
Este hombre era Antonio Ramos y ha inscrito su nombre en la historia de la ciudad de Shanghai, por haberse atrevido a algo que nadie fue capaz de hacer. Traer el cine a China.

Este hombre hizo una apuesta por esa nueva industria que emergía a principios de siglo, y para ello creó el primer local de exhibición cinematográfica de China.

Naturalmente, como ocurrió en otros tantos países, el cinematógrafo -con pianista en el escenario incluido- fascinó a la sociedad shanghainesa, y ante el éxito de su primera sala, el Sr. Ramos llegó a construir hasta siete salas de exhibición, que le hicieron millonario, lo cual a principios de siglo no era algo baladí y por supuesto, nada fácil de conseguir.

Su amistad con Abelardo Lafuente le llevó a encargarle algunos de sus locales, y esa pareja llegaron a conmocionar a los vecinos de Shanghai, con su atrevimiento, tanto en lo que se refería al continente como al contenido de los locales que iban construyendo.

Hace unos días hablando con mi amigo chino Alberto Yu Yu, me decía que en Shanghai debemos el haber descubierto el cinematógrafo a un español. Y yo le dije que sí, que conocía la historia de A. Ramos y la de su relación con el arquitecto A. Lafuente.

En una conferencia que dio aquí un arquitecto estudioso de la obra de Abelardo Lafuente, aprendí que este hombre había trabajado para hoteles, clubs, centros de ocio, viviendas, y demás edificios, de los cuales todavía queda una bonita muestra por las calles de Shanghai.

Y según voy conociendo la obra de este hombre, crece mi admiración por él, porque resultó ser algo que a mí me gusta mucho ser y a Lola en su trabajo también: UN ALMA INQUIETA E IRREVERENTE.

Se ponía las convenciones por montera y diseñaba edificios que nadie antes se había atrevido a diseñar.

La que yo creo que es su gran obra en esta ciudad (aunque pequeña en dimensiones físicas), le fue encargada por su amigo Antonio Ramos, para que fuese su residencia de verano en el barrio de Hongkou, al noreste de la ciudad.

Claro que estos dos juntos eran eso que en el lenguaje coloquial decimos “muy peligrosos”, porque hacían cosas que ponían nerviosos a sus coetáneos.

Y el amigo Antonio Ramos le pidió que le reprodujese algo de su querida Alhambra para sentirse más cerca de casa aquí en Shanghai. Abelardo ni corto ni perezoso le diseñó un edificio con su patio y todo, al que dotó de columnas y ventanas mozárabes, así como de cerámicas azules con dibujos absolutamente andalusíes.

Ayer, Lola y yo nos fuimos a buscar el edificio en cuestión y cuando lo encontramos, quedamos maravillados ante semejante testimonio de irreverencia de dos españoles en China.





No nos permitieron entrar al patio, pero hicimos un par de fotos del edificio, de las ventanas y de la cerámica.







Había una placa conmemorativa, y me fui a verla con mucha ilusión, pero no era lo que yo esperaba. Los chinos se han apropiado de esta historia que os estoy contando y en la placa decía “Former residence of H.H.Kong”. La de la foto loa al tal H.H.Kong.





He querido, desde mi modestia, reivindicar a estos dos personajes a los que los chinos han ninguneado de mala manera.

Por cierto, cuando Antonio Ramos decidió jubilarse, vendió sus cines, y se volvió, a no poder terminar de gastar todo su dinero, a su querida Granada, donde pasó los últimos años de su vida.

Y Abelardo Lafuente, quizás influido por su cinematográfico amigo, se fue a California, donde hizo un edificio para un estudio de cine, y como le estalló el crack de Wall Street en la cara, decidió volverse a Shanghai. Como todos sabéis en esa década no había aviación comercial y en el largo viaje en barco atravesando el pacífico pilló unas fiebres de las que no pudo recuperarse, llegando a su queridísima Shanghai, donde murió al poco de ingresar en el hospital.   

7 comentarios:

  1. Jesús, tu "capacidad y sagacidad" para averiguar nuestra historia en los lugares más remotos y su consecuente diáspora, me maravillan y te animo a que persistas en ello ya que me encanta. ¡Felicidades!!

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    1. Creí que te había contestado Jaime, pero no veo mi comentario publicado. Te agradezco mucho que vayas siguiendo mis peripecias mentales por mi blog. Espero no perder nunca esa curiosidad que me hace andar por ahí interesado por todo lo que se me cruza. Un abrazo. J.

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  2. ¡Qué interesante y qué envidia de personajes! ¡Gracias Jesús!

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    1. Gracias a tí, por leerme, Maca. Como voy con las antenas abiertas todo el día, no es raro encontrarse por ahí fuera con gentes y cosas interesantes. Un beso para tí y otro para tu hija. Jesús.

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  3. Bonita historia Jesús, los de eldiario.es te deberían de fichar como cronista desde Shanghai.
    Abrazo.

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    1. Gracias Antonio. No siempre te cae cerca una historia tan interesante como la de estos dos sujetos.
      Nos vemos muy pronto.
      Un abrazo. J.

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  4. Jesús tu lo que quieres es estar más cerca de nosotros y nos cuentas cuentos chinos...no te preocupes que os queremos y esperamos de vuelta. Lo cierto es que , a lo mejor no, nos venis muy bien ahí, descubriendo raices tortuosas como las del ying sen . Un fuerte abrazo y gracias amigo, me ha hecho soñar. JR

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