PARA VOYEURS “RIJOSOS”
Del álbum “CUENTOS CHINOS. DE VERDAD” (En Barcelona)
Hoy, después de muchos años
he ido al Bulevard Rosa en el Barcelonés Paseo de Gracia.
Al entrar, he sentido una gran emoción, porque me he encontrado en el suelo con la cenefa de la foto.
Y digo que me he emocionado,
porque a finales de los 70s, nos vinieron a visitar los hermanos Vives porque
querían lanzar un centro comercial ocupando el antiguo “Salón Rosa”. Por
cierto, la manzana y el edificio en cuestión también son famosos porque se
encuentra ahí la Asociación de Anticuarios de Barcelona, así como unas cuantas
tiendas especializadas en el tema.
Volviendo al centro
comercial, que quería construirse como un “drugstore de tiendas” (así lo definió Enrique Vives Q.E.P.D.), porque el mall o la galería comercial no eran conceptos muy al uso en aquellos tiempos, diré
que aceptamos el encargo.
Mi amigo y colega Luis Bassat, sugirió
el nombre de Bulevard Rosa que fue aceptado de inmediato por los hermanos, y le
encargó esa cenefa a Carlos Rolando que, cuando la diseñó, lo hizo en color
rosa palo (como se decía entonces) y que la utilizamos en la campaña de lanzamiento.
No nos imaginábamos entonces que aquella cenefa iba a perdurar como identidad
del Bulevard Rosa durante, ya casi 40 años.
Hoy, después de una “excitante”
sesión de compras con Lola, he ido al lavabo, cuyas características especiales
yo ya conocía de otra ocasión, y donde me ha sucedido lo siguiente:
Una mujer china se dirige al
lavabo y al verme detrás de ella pretendiendo entrar al mismo, le pregunta con
gestos a una empleada de limpieza, señalándome a mí, si ella puede entrar, a lo
que la empleada le contesta que “yes” y añade la palabra “Unisex”
La china se queda parada un
momento ante las cabinas con los inodoros, porque las puertas son transparentes,
y la leyenda “Cierre el pestillo para oscurecer la puerta” solo está escrita en
Castellano y Catalá, pero no en Chino Mandarín. Finalmente entra en una de las
cabinas.
Yo voy probando cabinas y la
casualidad hace que entre en la que estaba situada enfrente de la china.
Me bajo pantalones y
calzoncillos después de cerrar el pestillo y veo delante de mí a la china
sentada en el inodoro con las bragas en las rodillas y la falda subida a los
riñones, haciendo allí sus necesidades.
De inmediato llego a la
conclusión de que si yo la veo a ella, ella también me ve a mí, porque se supone
que ninguno de los dos hemos cerrado correctamente el “pestillo”.
Cuando nuestras miradas se
cruzan en esa posición tan poco noble, a la buena mujer le entra la prisa por
acabar y mirando hacia otro lado como si eso evitase que yo contemplase la
escena en su totalidad, se urge a limpiarse el trasero y secarse la gotilla
delantera, lanzando posteriormente los papeles al inodoro por entre las piernas y subiéndose
las bragas blancas y bajándose la falda negra todo a la vez con una gran
eficacia; y sin mirarme, sale despavorida de la cabina.
Yo, aún perplejo, miro el cierre
del pestillo y me doy cuenta de que tiene un primer tope, pero para que se oscurezca la
puerta hay que empujarlo un poquito más.
Y ahí sin más espectáculo
escatológico que contemplar pensaba yo en el porqué de esta intimidad en la
“eliminación de residuos” como decía el personaje que interpretaba Robin
Williams en “El hombre bicentenario”. Se trataba de un robot muy semejante a los
seres humanos que le decía a sus científicos padres adoptivos que el cuerpo
humano estaba mal diseñado porque no se puede poner la “zona recreativa” tan
próxima a la de “eliminación de residuos”.
¿Por qué mantener tan
íntima la cosa de la eliminación residual cuando en otras sociedades, como la japonesa por ejemplo, lo de “ir a
cagar” era un acto social y por ese motivo se hacían váteres públicos abiertos
para pasar allí la tarde deponiendo y charlando?
Esta reflexión me ha llevado
a explicarme la razón por la que el pestillo contaba con dos posiciones: “Lo ha
debido diseñar un japonés”
Eres el mejor :-)))))
ResponderEliminarGracias Horten. Espero poder seguir compartiendo con vosotros mis amigos, las cosas que me sorprenden y que aprendo en la vida. Un beso. J.
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