“YA ME PARECÍA A MÍ QUE ERAS DEMASIADO HUMANA, PARA SER HUMANA”

La Teniente Ripley a Annalee Call cuando descubrió que era un robot (Alien Resurection)


jueves, 24 de abril de 2014

QUE FRÍO HACE EN SHANGHAI!!!

CUENTOS CHINOS. DE VERDAD
QUE FRÍO HACE EN SHANGHAI!!!

En esta ciudad en la que vivo, se va enterando uno de cosas, a medida que va pasando el tiempo.
Por ejemplo, que tener calefacción en casa es un lujo que no está al alcance de todo el mundo.
Recuerdo que el sujeto que fue socio nuestro, un tal Yao, hizo una votación en la empresa (unas 60 personas) para establecer la preferencia entre calefacción en invierno o aire acondicionado en verano, porque las dos cosas no podían ser, ¡Algunos chinos son muy garrapos!.
Salió aire acondicionado. (No os imagináis como es el verano Shanghainés).
Por lo tanto, en invierno, que también resulta ser durísimo, el personal combatía el frío en la oficina con toda suerte de ropajes y aditamentos. Plumíferos y mitones eran lo más común. Pero también unos calienta manos de gel que los enchufabas y te mantenían las manos (los pies en mi caso) calentitas durante un rato.
Aún hoy les doy el uso que en mi niñez le dábamos a aquella antigua bolsa de goma conteniendo agua caliente. Más tarde evolucionó al forro de felpa. Y es que, aunque en casa sí hay calefacción, las sábanas suelen estar frías por la noche.

Hay que decir, que el socio nuestro (Presidente de su empresa) se pelaba de frío como todo el mundo, pero había unos cuantos directivos (unos listillos, diría yo) que se ponían el aire acondicionado en “modo heat” y ahí se pasaban el día fumando y bebiendo té al “amor de la consola”.

Nosotros nos miramos los tres y dijimos: “¡Que coño! Somos extranjeros”, y nos apuntamos a lo del amor de la consola, aunque no a lo del tabaco que ya hace muchos años que lo dejamos. Y yo no quiero acabar como mi padre que el maldito tabaco se lo llevó por delante a una edad que yo ya he sido capaz de superar.

Después descubrimos gracias a esa ancestral costumbre de salir a la calle los domingos en pijama, que la gente se protege del frío como puede.

Por cierto la susodicha costumbre no es exclusiva de los chinos; es también propia de los países árabes, porque yo he visto tipos en pijama por las calles en todos los países de esa cultura.

Y uno de los instrumentos es una especie de dos piezas equipado con felpa y forro polar, que cuando te lo pones entras en el séptimo cielo del confort cálido en medio del frío.

Acogiéndome a la sabiduría del refranero español: DONDE FUERES HAZ LO QUE VIERES, me he hecho con uno de esos pijamas de extraterrestre, que tengo que confesar que solo puedo usar cuando la calefacción no puede con el frío ambiente (muy pocas ocasiones), y no sabéis lo calentito que se está dentro.


                   
  

Un día en el metro vi un tipo que iba a la oficina vestido con uno de estos exacto al mío, y me dije: “Ese es el próximo paso. Deja el traje de Zegna y las camisas pijas en el armario y vete a la oficina así”. Seguro que no lo nota nadie.

Shanghai, 25 de abril de 2014






jueves, 17 de abril de 2014

DESDE EL DELTA DEL YANG TSÉ-PROPIEDAD INTELECTUAL (1)

En mi sección "Desde el delta del Yang Tsé", que la Revista Anuncios lleva incluyendo en sus páginas desde hace unos meses, he publicado dos artículos relacionados con la Propiedad Intelectual en China.

Este es el primero de ellos:

SOBRE LA PROPIEDAD INTELECTUAL (1)

¿Quién que haya visitado China no ha tenido la tentación de comprarse un Rolex por 100€? ¿O un bolso de Prada, o de Gucci?

Todo aparentemente auténtico. Y muchos, aún sabiendo que son copias falsas han sucumbido a la tentación para volver a casa y regalar a sus amigos (así como en broma) esos estandartes del lujo.

Sí. Esa ingenua acción que “no molesta a nadie”, sostiene una de las estafas más grandes desarrolladas a nivel mundial, por unos cuantos países del continente asiático.

Y esa estafa sostiene una industria enorme con los ingredientes de explotación propios de este tipo de negocio, y cuya incidencia en el PIB de dichos países, en algunos casos es más que sustantiva. Razón por la cual los países fabricantes y/o comercializadores de esos productos no persiguen la mala práctica que impulsa el negocio.

Aquí en Shanghai hay varios sitios frecuentados principalmente por turistas (y también por la población local), donde se pueden encontrar todo tipo de gangas. Por supuesto, nosotros los occidentales pagamos multiplicado por cinco, o seis, o diez, lo que los locales pueden pagar por el mismo producto en estos mercados, donde cuando cambias a tu moneda compruebas que es una auténtica
“ganga”, aunque estás sobrepagando su valor de mercado.  

Y a nadie le preocupa saber que cuando vuelva a su país de origen, probablemente la cremallera se va a romper y el Patek Philippe va a dejar de funcionar, o se le va a descascarillar el recubrimiento de “oro puro”.  Porque lo fundamental es la broma.

Bien, pues este hecho expresa un problema muy serio que tenemos los creadores de cualquier objeto, o diseño, o imagen, o cualquier intangible que requiera creatividad. Porque la desprotección de la propiedad intelectual de la obra creativa, es total.

Y no es solo un problema del creador, sino también del propietario, o de quien lo explota comercialmente.

NO LO VUELVES A VER

Me he enfrentado en numerosas ocasiones a la comprobación del poco valor que tiene para el comprador chino el que tú seas el creador de una idea, en nuestro caso de diseño de mobiliario e interiorismo. Ellos una vez que ven lo que les enseñan ya lo consideran suyo. Y hay de ti si se te ocurre dejarles el boceto. No lo vuelves a ver más.

Hemos llegado al punto de hacer firmar a un cliente que nosotros enseñamos el diseño, y se lo retiramos de delante hasta que nos haga el primer pago parcial, momento en el cual les entregamos el primer boceto. Y así vamos siguiendo el proceso, enseñando pero no entregando, si no hay pago previo. Bueno pues aún tomando estas precauciones, sabes que no vas a cobrar nunca la totalidad de lo que les has presupuestado.

También resulta que después de muchas experiencias de todo tipo, aprendes que (siendo occidental) una firma significa poca cosa.

Y piensas que tu empresa es pequeña y que por eso tu desprotección seguramente es mayor que la de empresas grandes multinacionales, pero no es así.

En el distrito de Pu Dong, los que habéis venido a Shanghai sabéis que es donde se encuentra el Manhattan chino, con un buen rosario de rascacielos de entre los que destacan dos grandes obras: El Jin Mao Building que fue el primero que se construyó desafiando alturas de otros edificios del mundo, y cuyo diseño es una maravilla en el que convergen los dos mundos: el oriental y el occidental.
El segundo alberga el World Trade Financial Center y sus siglas son las que dan nombre al edificio (WTFC). Aquí lo conocemos como el abrelatas por la forma que tiene.

Ahora se está construyendo un tercero que va a ser más alto que los otros dos y que en mi opinión personal será una belleza arquitectónica del siglo XXI dadas sus formas curvas ovales.

Tuvimos ocasión de charlar con uno de los arquitectos del edificio en cuestión, y le comentábamos nuestros problemas en nuestra mínima dimensión comparada con la suya, y él nos aseguró que sus problemas eran muy parecidos a los nuestros aunque a otra escala. Les costaba un mundo conseguir cobrar lo que estaba pactado y por supuesto nunca en las fechas pactadas. Aquí son artistas en esquivar obligaciones contractuales.


FABRICANTE DE CERÁMICA

Os brindaré otro ejemplo, que nos afecta más a los españoles por tratarse de una empresa de nuestro país, concretamente un famoso fabricante de cerámica de Castellón de la Plana cuyo nombre todos conocemos muy bien y no menciono porque a buen entendedor con pocas palabras basta.

Me decía el representante en China que estuvieron varios meses concursando por un proyecto para un edificio “en altura”, y que una vez que llegaron a la fase final, o sea a discutir los honorarios, el cliente potencial les preguntó que ¿para que tenía que pagarles cuando ya había recibido todo el proyecto y las bases del concurso les autorizaba a quedarse los documentos sin más?. 

Esto que me escandaliza tanto en China, lo he vivido en España en unas cuantas ocasiones en nuestro mundo publicitario. ¿A cuantos de nosotros no nos ha ocurrido alguna vez que hemos presentado una idea en un concurso que no hemos ganado y luego la idea ha sido parcialmente desarrollada por otro equipo creativo distinto al nuestro y nos lo hemos encontrado en los medios?

Pero, en fin, volviendo a China…..

sábado, 12 de abril de 2014

BICIS, TRICICLOS Y MOTOS

CUENTOS CHINOS. DE VERDAD

BICIS, TRICICLOS Y MOTOS

En Diciembre de 1988, aterricé por primera vez en China. Fue en el aeropuerto de Pekín, y mi primera impresión la recibí en el trayecto hacia la ciudad por una carretera bastante maltrecha, (todavía no había autopista). Me sorprendió mucho ver una mesa de billar en una parada de autobús y cómo la gente esperaba “acuclillada” al citado medio de transporte. –entonces yo todavía no sabía que los chinos pueden pasarse horas en esa posición.

Ya en el avión de la línea aérea CAAC, a la que llamábamos familiarmente la CACA, por razones que no parece necesario describir aquí, me llamó la atención que las azafatas llevasen unos delantalitos como de cocina tipo años 50, con bordados y bodoques. También, que el ciudadano sentado a mi lado iba comiendo y escupiendo los huesos en el mismo plato en el que comía. Tampoco conocía yo entonces la habilidad que tienen los chinos para llevarse un trozo de pollo a la boca y dejar mondo el hueso que luego depositan en un platito situado a tal efecto al lado del bol de comer lo que sea, mezclado con el arroz.

Sorprendía entonces la ausencia de vehículos de motor tanto por carreteras como por la propia ciudad. No quiero decir que no hubiesen, pero el número de vehículos respecto al ancho de calles y avenidas hacían que la ciudad presentase un aspecto que no me atrevo a calificar de desolador, porque ya me gustaría a mí que ahora Pekín o Shanghái estuviesen así de vacías de vehículos motorizados, pero sí bastante distinta de lo que uno estaba acostumbrado por tanto viaje arriba y abajo por el mundo occidental.

El clima era gélido y cuando me levanté a eso de las cinco de la madrugada gracias al siempre mal llevado jet lag al que no consigo acostumbrarme así pasen décadas, miré por la ventana y os describiré mi visión.

Una pátina gris a modo de neblina cubría todo el paisaje urbano; luego supe que la temperatura estaba alrededor de -20º.

Y ahí estaba el único ser humano que transitaba la calle a bordo de una bicicleta, y que se trataba de una mujer con un niño sentado en el sillín trasero. “Lo que hace la necesidad con las personas”, me dije.

Aunque Nixon ya hacía 16 años que había abierto China a los US, el país estaba bastante cerrado al turismo y a las oleadas de guiris en camiseta y pantalón corto, por lo que los habitantes del lugar aún no tenían mucha costumbre de ver “narigudos” (como nos llaman) por la calle, y mucho menos de entender nuestras, a su parecer, bárbaras costumbres. El café era una extravagancia difícilmente accesible, y por ese motivo después de comer pedí un té. Cuando les pedí azúcar para el té me miraron como si yo fuese un extraterrestre, se murieron de risa (entonces, no les importaba reírse de ti en tus narices) y me dijeron que no tenían y que tendría que esperar a que fuesen a buscarlo a la cocina del hotel.

Ahora disfruto mucho más del sabor del té sin aditivos edulcorantes.

Recuerdo que cuando volví a casa la dije a Lola que los hoteles eran como islas occidentales en medio de China. Yo estaba en el lujoso Sheraton Great Wall, que aún existe, y entrar y salir del hotel era como transitar entre dos mundos muy diferentes. Algo parecido a lo que se ve en la última película de Thor.

En la tele se empezaba a ver publicidad, tremendamente naïf, y de productos que suscitaban la sonrisa. Recuerdo un spot que anunciaba una bicicleta, y era impresionante como describía el locutor las bondades del medio de transporte nacional.

Ya habíamos visto en occidente alguna imagen de las bicis circulando masivamente por las calles de las ciudades chinas, pero eso no evitó el shock que tuve al salir un día a la calle coincidiendo con las 5 de la tarde, que en España era la hora lorquiana de los toros, pero aquí era la hora de salir de trabajar.

Un océano de bicicletas cubrió la calle; no os voy a contar el antiguo chiste ya que resulta algo ordinario, porque entre bici y bici se veía algo de asfalto.

El carril bici en Pekín era algo así como el triple de ancho de los occidentales dado, obviamente, que el número de bicicletas que circulaban era enorme. Pero a pesar de eso y de que el número de automóviles era mucho menor, los carriles para coches eran más y muchísimo mayores que los de las bicis.

Ahora parece imposible, pero entonces, la luz era incandescente, no existían los neones, apenas había edificios de altura significativa, y eran mayoría los hombres vestidos con el traje azul con gorra que los “de paisano”.

Siempre he asociado la bicicleta en este país al socialismo maoísta, que como todo el mundo sabe, resultó ser más integrista en los planteamientos comunistas que el de Marx y Lenin.

Hoy día, a pesar del desarrollismo automotriz, la bicicleta sigue siendo un medio de transporte mayoritario en las ciudades, aunque ha evolucionado mucho.

Las cuatro fases evolutivas son:

-       bicicleta y triciclo a pedales
-       bicicleta y triciclo a pedales y motor
-       motocicleta de combustión
-       motocicleta eléctrica

Me sorprende sobremanera lo que son capaces de transportar en los triciclos.

Esta es una imagen que me recuerda el Madrid que yo viví en los años 60s. En Madrid el hielo se transportaba en una “Isocarro”

                                

Aunque, ya puestos a hacer equilibrios, ¿por qué no una mudanza? 



Cargamos unas cajitas más y nos vamos


Esta señora va con su tienda a rastras por el barrio de Hongkou





Aunque, hay veces que hace falta ayuda

                                      

Y si no tiene pedales, no importa, se empuja. Total, el poste de la luz solo mide 10 o 12 mts.




Y en cuanto a las motocicletas, pues lo mismo pero en moderno.

Sobre todo las eléctricas. ¿Por qué no poner el cable y los enchufes colgando de la rama del árbol? Mejor que atravesando la calle, para que la gente no los pise.

          


 Cuando vivíamos en Hong Mei Lu, había un vecino en el séptimo piso que tiraba 25 mts. de cable con el enchufe por la ventana, y así cargaba la moto.
También sucede, como en el caso de mi casa actual en Changning, que si el ascensor es suficientemente grande, la moto se sube al descansillo. Resulta sorprendente cuando llegas a casa, ver la moto del vecino en plena carga de batería. 

Ahora bien, lo fantástico es cuando llueve. 
       
   

         



Cuando vengáis por China, tened mucho cuidado no solo al cruzar las calles, sino también cuando vayáis por la acera, porque bicis y motos circulan por ellas en cualquier sentido o dirección, ahora bien, tienen el detalle de tocar desesperadamente el pito para que te apartes si no quieres ser atropellado ya que los motores eléctricos no se oyen.  Y si pensáis que circulan por el carril correspondiente, también acertáis, pero suelen utilizar tanto el lado derecho como el izquierdo para ir en los dos sentidos, saltándose cualquier norma de circulación, semáforo, paso de peatones, etc.

He llegado a la conclusión de que lo hacen así porque estos vehículos de dos ruedas en los que se ha de mantener el equilibrio, están considerados como una extensión del propio cuerpo serrano, y por eso van por ahí en sus biciclos…



HACIENDO EL PEATÓN