EL NO-SUICIDA
Esta mañana estaba en la estación de Sant Cugat, esperando el tren en el andén dirección Tarrasa y Sabadell, y ha entrado un hombre que se apoyaba en una muleta, por un problema en una de sus piernas.
Yo le he visto que gritaba a una Sra. que estaba en el andén opuesto dirección Barcelona.
Y en un momento se gira hacia mí y me dice: "Mi mujer me dice que salte". Y yo le contesto: “No sé si va a llegar porque el otro andén queda lejos”.
El Sr.: Pues yo le digo que salte ella
Yo: A lo mejor está más ágil que Vd. y llega
El Sr.: No hombre, no. Dice que salte cuando pase el tren.
Yo: Iba a quedar Vd. hecho trocitos.
El Sr.: Y lo peor es que los daños causados al tren los paga la familia del suicida en el caso de que este muera, porque si no muere los tiene que pagar él.
Yo.: (Arrimando el ascua a mi sardina) Es que este gobierno nos cobra impuestos por todo lo que hacemos, hasta por suicidarnos.
El Sr.: Pues es lógico que el suicida o su familia pague, porque se causa un daño a la comunidad del que esta no tiene culpa.
Yo.: Hombre, visto así…
El Sr.: ¿Sabe Vd. que si el suicida sobrevive, va a la cárcel?
Yo.: Pues… no se me había ocurrido pensarlo
El Sr.: Donde tendría que ir es al psiquiátrico
Yo.: Tiene Vd. razón, porque en realidad un suicida quizás esté enfermo.
En ese momento entra el tren dirección Tarrasa, y agarro al Sr. del brazo y le digo: Ni se le ocurra saltar.
El Sr.: No se preocupe que la que tenía que saltar es mi mujer y ya se ha ido hacia Barcelona.
Yo.: ¿Dónde va Vd.?
El Sr.: A Rubi
Yo.: Pues este es su tren. Yo espero al de Sabadell.
El Sr.: Que tenga Vd. buen día
Yo.: Vd. también
Y me quedé pensando que si el tipo decide saltar yo habría hecho lo imposible por detenerlo, con tal de que el Gobierno no se cobrase su impuesto por suicidio.
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