“YA ME PARECÍA A MÍ QUE ERAS DEMASIADO HUMANA, PARA SER HUMANA”

La Teniente Ripley a Annalee Call cuando descubrió que era un robot (Alien Resurection)


sábado, 12 de abril de 2014

BICIS, TRICICLOS Y MOTOS

CUENTOS CHINOS. DE VERDAD

BICIS, TRICICLOS Y MOTOS

En Diciembre de 1988, aterricé por primera vez en China. Fue en el aeropuerto de Pekín, y mi primera impresión la recibí en el trayecto hacia la ciudad por una carretera bastante maltrecha, (todavía no había autopista). Me sorprendió mucho ver una mesa de billar en una parada de autobús y cómo la gente esperaba “acuclillada” al citado medio de transporte. –entonces yo todavía no sabía que los chinos pueden pasarse horas en esa posición.

Ya en el avión de la línea aérea CAAC, a la que llamábamos familiarmente la CACA, por razones que no parece necesario describir aquí, me llamó la atención que las azafatas llevasen unos delantalitos como de cocina tipo años 50, con bordados y bodoques. También, que el ciudadano sentado a mi lado iba comiendo y escupiendo los huesos en el mismo plato en el que comía. Tampoco conocía yo entonces la habilidad que tienen los chinos para llevarse un trozo de pollo a la boca y dejar mondo el hueso que luego depositan en un platito situado a tal efecto al lado del bol de comer lo que sea, mezclado con el arroz.

Sorprendía entonces la ausencia de vehículos de motor tanto por carreteras como por la propia ciudad. No quiero decir que no hubiesen, pero el número de vehículos respecto al ancho de calles y avenidas hacían que la ciudad presentase un aspecto que no me atrevo a calificar de desolador, porque ya me gustaría a mí que ahora Pekín o Shanghái estuviesen así de vacías de vehículos motorizados, pero sí bastante distinta de lo que uno estaba acostumbrado por tanto viaje arriba y abajo por el mundo occidental.

El clima era gélido y cuando me levanté a eso de las cinco de la madrugada gracias al siempre mal llevado jet lag al que no consigo acostumbrarme así pasen décadas, miré por la ventana y os describiré mi visión.

Una pátina gris a modo de neblina cubría todo el paisaje urbano; luego supe que la temperatura estaba alrededor de -20º.

Y ahí estaba el único ser humano que transitaba la calle a bordo de una bicicleta, y que se trataba de una mujer con un niño sentado en el sillín trasero. “Lo que hace la necesidad con las personas”, me dije.

Aunque Nixon ya hacía 16 años que había abierto China a los US, el país estaba bastante cerrado al turismo y a las oleadas de guiris en camiseta y pantalón corto, por lo que los habitantes del lugar aún no tenían mucha costumbre de ver “narigudos” (como nos llaman) por la calle, y mucho menos de entender nuestras, a su parecer, bárbaras costumbres. El café era una extravagancia difícilmente accesible, y por ese motivo después de comer pedí un té. Cuando les pedí azúcar para el té me miraron como si yo fuese un extraterrestre, se murieron de risa (entonces, no les importaba reírse de ti en tus narices) y me dijeron que no tenían y que tendría que esperar a que fuesen a buscarlo a la cocina del hotel.

Ahora disfruto mucho más del sabor del té sin aditivos edulcorantes.

Recuerdo que cuando volví a casa la dije a Lola que los hoteles eran como islas occidentales en medio de China. Yo estaba en el lujoso Sheraton Great Wall, que aún existe, y entrar y salir del hotel era como transitar entre dos mundos muy diferentes. Algo parecido a lo que se ve en la última película de Thor.

En la tele se empezaba a ver publicidad, tremendamente naïf, y de productos que suscitaban la sonrisa. Recuerdo un spot que anunciaba una bicicleta, y era impresionante como describía el locutor las bondades del medio de transporte nacional.

Ya habíamos visto en occidente alguna imagen de las bicis circulando masivamente por las calles de las ciudades chinas, pero eso no evitó el shock que tuve al salir un día a la calle coincidiendo con las 5 de la tarde, que en España era la hora lorquiana de los toros, pero aquí era la hora de salir de trabajar.

Un océano de bicicletas cubrió la calle; no os voy a contar el antiguo chiste ya que resulta algo ordinario, porque entre bici y bici se veía algo de asfalto.

El carril bici en Pekín era algo así como el triple de ancho de los occidentales dado, obviamente, que el número de bicicletas que circulaban era enorme. Pero a pesar de eso y de que el número de automóviles era mucho menor, los carriles para coches eran más y muchísimo mayores que los de las bicis.

Ahora parece imposible, pero entonces, la luz era incandescente, no existían los neones, apenas había edificios de altura significativa, y eran mayoría los hombres vestidos con el traje azul con gorra que los “de paisano”.

Siempre he asociado la bicicleta en este país al socialismo maoísta, que como todo el mundo sabe, resultó ser más integrista en los planteamientos comunistas que el de Marx y Lenin.

Hoy día, a pesar del desarrollismo automotriz, la bicicleta sigue siendo un medio de transporte mayoritario en las ciudades, aunque ha evolucionado mucho.

Las cuatro fases evolutivas son:

-       bicicleta y triciclo a pedales
-       bicicleta y triciclo a pedales y motor
-       motocicleta de combustión
-       motocicleta eléctrica

Me sorprende sobremanera lo que son capaces de transportar en los triciclos.

Esta es una imagen que me recuerda el Madrid que yo viví en los años 60s. En Madrid el hielo se transportaba en una “Isocarro”

                                

Aunque, ya puestos a hacer equilibrios, ¿por qué no una mudanza? 



Cargamos unas cajitas más y nos vamos


Esta señora va con su tienda a rastras por el barrio de Hongkou





Aunque, hay veces que hace falta ayuda

                                      

Y si no tiene pedales, no importa, se empuja. Total, el poste de la luz solo mide 10 o 12 mts.




Y en cuanto a las motocicletas, pues lo mismo pero en moderno.

Sobre todo las eléctricas. ¿Por qué no poner el cable y los enchufes colgando de la rama del árbol? Mejor que atravesando la calle, para que la gente no los pise.

          


 Cuando vivíamos en Hong Mei Lu, había un vecino en el séptimo piso que tiraba 25 mts. de cable con el enchufe por la ventana, y así cargaba la moto.
También sucede, como en el caso de mi casa actual en Changning, que si el ascensor es suficientemente grande, la moto se sube al descansillo. Resulta sorprendente cuando llegas a casa, ver la moto del vecino en plena carga de batería. 

Ahora bien, lo fantástico es cuando llueve. 
       
   

         



Cuando vengáis por China, tened mucho cuidado no solo al cruzar las calles, sino también cuando vayáis por la acera, porque bicis y motos circulan por ellas en cualquier sentido o dirección, ahora bien, tienen el detalle de tocar desesperadamente el pito para que te apartes si no quieres ser atropellado ya que los motores eléctricos no se oyen.  Y si pensáis que circulan por el carril correspondiente, también acertáis, pero suelen utilizar tanto el lado derecho como el izquierdo para ir en los dos sentidos, saltándose cualquier norma de circulación, semáforo, paso de peatones, etc.

He llegado a la conclusión de que lo hacen así porque estos vehículos de dos ruedas en los que se ha de mantener el equilibrio, están considerados como una extensión del propio cuerpo serrano, y por eso van por ahí en sus biciclos…



HACIENDO EL PEATÓN

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