EL CAMBIO DE
DIRECTOR DE LA VANGUARDIA
Hace unos
días Javier Godó, Conde de Godó, daba la noticia en portada de que Marius Carol
sustituiría a José Antich en la dirección de La Vanguardia.
Hace ya
muchos años que tuve ocasión de conocer a ambos e incluso de trabajar con
ellos.
En el caso
de Marius, nos escribió un guión para un documental de 20 minutos que me tuve
que encargar de publicar en la Televisión China en el mes de Abril del año 1989
(el de los sucesos de Tian An Men). Y la verdad es que fue un trabajo muy bien
hecho y que nos permitió explicar a los chinos qué era Catalunya, (a country
within a country, decía yo por aquel entonces), unos días antes de que el
President Pujol visitase Beijing.
En el caso
de Pepe Antich, viajamos juntos en varias ocasiones acompañando a Pujol, en la
época en la que Pepe era corresponsal de El País en Catalunya, y admirado
“Pujolólogo”, por lo mucho y bien que supo conocer al Molt Honorable President.
Tengo que decir que pudimos hablar mucho y compartir unas cuantas cenas y
almuerzos, a los que casi siempre asistía el inefable Lluis Prenafeta. Tengo
que decir que a mí Pepe siempre me pareció un tipo honesto que escribía como
pensaba, lo cual es mucho decir, y que nunca se mordió la lengua en pro de lo
políticamente correcto.
El run run
mediático sugiere que esa ha podido ser la causa de su defenestración al no
escribir sobre el proceso soberanista de la forma en que se esperaba del
director de la publicación. ¿Quien sabe por qué habrá sido?
Ahora nos
cabe esperar ver actuar a Marius. Aunque los publicitarios sabemos que la
imagen que proyectan las marcas, o las personas, vienen acompañadas de, o más
bien destilan unos valores que son los que han construido esa imagen. En este
caso, se trata de un periodista que escribe muy bien, pero que siempre lo hace
sobre temas de no enorme trascendencia, y se le asocia con el mundo de la
frivolidad y los ecos de sociedad; hasta donde llega mi entendedera, claro!
Hoy, y sin
que esto que digo suponga un juicio de valor, el tema del día se refería a la
aprobación de la ley del aborto, que para muchos (me incluyo) supone el mayor
retroceso en las libertades desde que accedimos a esta imperfecta democracia
que vivimos. Me ha llamado la atención
que el artículo de Carol en la página 2 no tratase de este tema sino del
accidente del Teatro Apollo de Londres y el mal estado en que se encuentran los
teatros eduardianos del west end londinense.
Veremos
como evoluciona la cosa, pero creo que sería una pena dilapidar el enorme
capital social e intelectual de una cabecera centenaria como la que fundaron
los antecesores del Conde.
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