EL DR. KHOO Y EL DR. GUÓ
Ya he comentado en
alguna otra ocasión como en China a las personas mayores no se las excluye del
mundo del trabajo, sino más bien al contrario, se considera muy positivo lo que
pueden aportar a ese mundo desde su experiencia y madurez (un anglosajón lo
llamaría seniority).
A mí me dijeron aquí que
hasta que no tenga 70 años no se me considerará “persona mayor”.
Me parece brutal,
que esta semana me haya enviado alguien por Facebook, un letrero de esos que te
piden adhesión, contra la discriminación por edad en el mundo laboral a los
mayores de 40 años. He alucinado pensando que esto se esté produciendo. A mí me
pareció un disparate que se me liquidara del mundo de la multinacional a los 59,
en pleno uso de mis facultades mentales y profesionales.
Hoy quiero contar el
caso de dos doctores chinos con los que he tenido relación últimamente.
Ayer fui con Lola al
hospital por un tema dermatológico en el cráneo. Nos atendió el Dr. Khoo.
Estuvo con nosotros
cerca de una hora y fue una maravilla de tiempo el que disfrutamos con él. De
entrada nos preguntó si preferíamos que nos atendiese como lo haría un médico
joven o a su estilo de Doctor de 75 años con toda la experiencia del mundo a
sus espaldas.
Preguntado sobre
cual sería la diferencia, nos dijo que el joven nos haría un montón de pruebas
de todo tipo. Sangre, biopsia, análisis de piel, y no sé cuantas cosas más,
para al final decir que no estaría seguro para emitir un diagnóstico certero al
100%.
En cambio él
seguiría el método del ensayo y error, pero que partía de dos supuestos
diagnósticos posibles de los que en su opinión, uno de ellos sería el que más
probabilidades tenía de ser. Y que si en un par de semanas no había mejorado la
dolencia, aplicaría el segundo diagnóstico. Os podéis imaginar que la seguridad
que nos inspiró el personaje, nos hizo decantarnos por esta segunda opción, la
que yo llamaría “La voz de la experiencia”.
Nos hizo esperar
mientras nos preparaban las medicinas (cosa normal en los hospitales chinos), y
aprovechó para contarnos su propia historia.
Decía que hace 100
años China era muy distinta de ahora y que el régimen medieval en que se
desarrollaba la sociedad rural, hacía que la gente pasase hambre, entre otras
penalidades. Su padre que era agricultor, a los 17 años decidió emigrar a
Malasia, donde trabajaba de sol a sol, pero al menos se podía permitir ciertas
comodidades que le permitieron criar a 11 hijos. El hombre nos decía: “Piense
que entonces había muy poca información y parecía normal que cada dos años
naciera un niño nuevo”.
Mi padre quiso que
alguno de sus hijos no trabajasen en algo tan físico y tan duro como la
agricultura, y me envió a Singapur a estudiar medicina.
Bueno, el murió a
los 90 años y dijo haber sido feliz.
Ahora yo me he
propuesto vivir un año más que mi padre, o sea 90+1. Y para eso tengo que
controlar que mi by pass no me juegue una mala pasada.
El año pasado fui médico de crucero, como ese que se hundió en las costas de España(?). Y lo pasé muy bien, pero trabajaba todos los días. Mi esposa me dice
que un hombre de 75 años debería trabajar menos. Y yo he decidido hacerle caso,
y ahora solo trabajo “4 DÍAS A LA SEMANA”.
Esto se lo digo para
que cuando vuelvan dentro de 15 días llamen antes para asegurarse de que estaré
aquí.
El Dr. Guó, es otro
setentón, que habla inglés mucho peor que el Dr. Khoo, pero que irradia una
simpatía extraordinaria. Ya ha venido varias veces a casa a tratarnos a unos y
otros de cosas de índole menor.
El personaje llega a
casa sin prisa (he comprobado que es una característica de estos doctores mayores),
y charla mucho con nosotros acerca del diagnóstico y la solución propuesta y
mientras tanto va contando anécdotas y chistes chinos malos, que al final
acabamos muriéndonos de risa, porque su propia carcajada es contagiosa.
Pues bien, el Dr.
Guó me preguntó la hora (21.30) para ver si le daba tiempo a ir a la farmacia a
comprar mi medicina y traérmela a casa.
Le dije que no se
preocupase que yo la podía comprar al día siguiente porque hay una farmacia muy
cerca de casa, etc. etc.
A lo que él me
contestó: Esto lo tengo que hacer yo porque es mi obligación.
Cada día se aprenden
cosas nuevas.