INTEGRISMO
LINGÜISTICO
Hace unos
días cayó en mis manos una estupenda novela (Los ángeles mueren por nuestras
heridas) de un autor argelino llamado JASMINA KHADRA (Jazmín verde). Sí, sí, he
dicho autor y no autora porque ese es el pseudónimo de Mohammed Moulessehoul.
La verdad es que
me llamó mucho la atención ese “travestismo literario”, y me leí la biografía
del autor, que por cierto, me sorprendió bastante.
Militar salido
de la escuela de los Cadetes de la Revolución en Argelia. Decide escribir con
un pseudónimo femenino, porque al ser militar, tendía a autocensurar sus
criterios sobre el entorno social y político en que vivía. En cambio si
escribía como si se tratase de una mujer, podía presentarse como la adalid
femenina revolucionaria, ejemplo para el colectivo de mujeres árabes argelinas
y escribir como pensaba.
Sus obras
alcanzan gran éxito en Francia, hasta el día en que revela su verdadera
identidad y todo el mundo se vuelve contra él por considerarlo un farsante y
sobre todo un cínico por haber pertenecido con grado de comandante a uno de los
ejércitos considerado por los franceses como de los más reaccionarios y
represores y haber hecho creer que era una mujer revolucionaria. La verdad es
que me parece que los estereotipos a veces hacen mucho daño. Porque, ¿cuál es
la razón por la que no se puede utilizar una personalidad literaria distinta
para verter unas opiniones que tu profesión no te permite? Esta sociedad
nuestra occidental resulta muy torpe!!!
Ahora voy al
tema que me ha sentado ante el teclado. En su biografía explica algo que me
interesó mucho leer, referido a por qué escribe en francés cuando su lengua
materna es el árabe.
Su explicación
es que sus profesores de árabe eran tan intransigentes con sus incorrecciones
al hablar y escribir en ese idioma, que crearon en él un terrible complejo, de
forma que le resultó muchísimo más llevadero escribir en francés que en su
propio idioma.
La anécdota me
toca de forma personal porque a mí me ocurrió algo parecido, aunque no
idéntico.
Cuando trasladé
mi residencia de Madrid a Barcelona, iba diciendo a mis amigos catalanes que
quería aprender su idioma y que siempre que pudiesen me hablasen en catalán.
Algunos lo hicieron, otros encontraban una gran dificultad en comunicarse
conmigo si no lo hacían en castellano, pero se tomaban mi aprendizaje con
paciencia. Pero hubo un personaje que estaba muy próximo a mi porque pasábamos
juntos muchísimas horas cada día, que era verdaderamente intransigente con mis
errores.
No hubiese
resultado grave el asunto de no ser porque el sujeto en cuestión un día me
dijo: Mira Jesús, hablas tan mal “mi idioma” que me parece que cometes un
atentado lingüístico cada vez que lo intentas; así que mejor lo dejamos y
hablaremos siempre en castellano.
No volví a
intentarlo hasta bastantes años después, cuando mi trabajo para la Generalitat
de Catalunya me hizo esforzarme de nuevo.
Ahora hablo un
Catalá imperfecto pero fluido, y que no voy a decir la idiotez de que solo lo
utilizo en círculos reducidos, pero la verdad es que lo hago solo entre
verdaderos amigos y ante compromisos de orden cultural o político.
Que forma tan
estúpida de destrozar un idioma!!!.