MI VUELTA A CHINA HA
SIDO BALSÁMICA…
…en
algunos aspectos.
Volví cinco días después de que, contra
todo pronóstico y desafiando todas las leyes de la demoscopia, el Sr. Trump
ganó las elecciones en los Estados Unidos de Norteamérica, con el impacto que
ese hecho tiene en el conjunto de la sociedad mundial.
Y digo que ha sido balsámico el retorno
porque aquí en China impera una tediosa normalidad, en lo que al conjunto de la
sociedad y sus dirigencias políticas se refiere.
Y porque desde aquí se contemplan los
terremotos políticos que afectan a Occidente con una mezcla de pasmosa
tranquilidad y condescendencia, como si no tuviesen ninguna importancia ni les
fuesen a afectar en modo alguno.
Y tienen su razón para ello, desde el
punto y momento en que ante nuestro maelstrom, se les empieza a poner como
ejemplo a seguir en ciertas cosas.
Me explicaré.
Todo comienza con ese supuesto fracaso de
la inteligencia y victoria de la demagogia y de la simple mentira y engaño que
estamos llamando Brexit, y que ha puesto patas arriba a la sociedad del Reino
Unido y como “efecto colateral”, también a la de la Unión Europea.
La falaz mentira y el engaño han sido
cruciales también en la victoria del Sr. Trump.
Y la nula reacción del pueblo ante la
desfachatez de esos manipuladores de las emociones primarias, y prometedores de
Arcadias imposibles, nos llevan a pensar que nos estamos volviendo idiotas y
pedimos a gritos que nos engañen, nos toreen, nos vendan los imposibles
vendibles. Y finalmente les aupemos a posiciones de poder desde las que nos van
a utilizar para cumplir objetivos espurios que para nada considerarán el
bienestar de las personas como un objetivo prioritario a cumplir.
Y lo lamamos populismo cuando simplemente
hay que llamarlo fraude emocional e intelectual.
Y desde nuestra perplejidad nos
preguntamos el famoso ¿Y ahora qué?
Y la respuesta que nos damos es que el
efecto bola de nieve que se va a producir en Europa no va a haber quien lo pueda
parar.
Y en Francia ya se están preparando para
el advenimiento de la Sra. Le Pen. Y tras las elecciones del fin de semana
pasado para dilucidar quien en la derecha se enfrentará a Marine Le Pen, nadie
cuenta ya con la izquierda, a la que ni se espera ni se cree que podrá llegar.
Y en España, nuestra alternativa a un
partido gobernante sin ideología y carente de valores humanistas, es un partido
de los que llamamos populistas, porque la izquierda ha tenido el mal gusto de
suicidarse, quizás por el temor a que fuesen los electores quienes acabasen con
ellos. Y ese populismo aunque no les guste que se lo digan en ciertos aspectos
es muy próximo al de los Sres. Trump o Farage o al de la Sra.Le Pen.
Y en Italia crece el temor de que si el
Sr. Renzi pierde el referéndum que ha convocado (y que ya pocos apuestan porque
pueda ganar) volverá a emerger la pasión por el fascio.
Del Sr. Vladimir Putin ya ni hablamos.
Y que la única que pueda erigirse en
defensora de los valores occidentales de libertad y humanismo sea la Sra.
Merkel, nos aboca a un panorama de enorme tristeza.
¿Donde quedan los valores de la
Revolución: Libertad, Igualdad, Fraternidad? ¿Donde el desarrollo de la
Ilustración?
¿Nos vamos a tener que conformar con el
futuro que están delineando todas estas nuevas tendencias?
Acabo de leer un artículo en un periódico
moderado español (La Vanguardia), en el que se decía, que “solo nos queda la
Sra. Merkel dispuesta a defender los valores republicanos de siempre frente a
los nuevos salvadores de la patria”; y que todo esto es “un síntoma que nos
está encaminando, sin contradicciones morales, a revisar el papel de la
democracia para impulsar un híbrido entre dictadura blanda y una sólida defensa
de la libertad de mercado como ya ocurre en la eficiente China”
(La conjura
contra América. Félix Riera)
Hace tiempo que defiendo que debemos
dejar de criticar el modelo chino y que haríamos bien en extraer de éste lo que
de positivo y eficaz tiene.
China no fía toda su evolución económica
al liberalismo que exige que sea el mercado quien regule la actividad
económica, y hace que sí sea éste el que regule una parte de la sociedad de
consumo que mueve la economía, pero que los sectores estratégicos del país estén
controlados por el Estado.
Y, ¿a que sectores debemos considerar
estratégicos?
Creo que depende mucho de cada sociedad.
Pero así a bote pronto, a mí,
personalmente se me antojan que estos deberían ser el Sector Energético, el de
Defensa, el Financiero, el de la Explotación de los Recursos Naturales…. Y que
cada país debería controlar otros sectores cuya naturaleza sea estratégica para
el país en cuestión.
Y por supuesto, por favor no copiemos de
los chinos las restricciones a la libertad de expresión, de asociación política
o de reunión, que podría llegar a ser algo que tentaría al mundo populista.
Pero debemos movernos hacia alguna
dirección antes de que sean los movimientos populistas y demagógicos los que lo
hagan en nuestro lugar.
En Shanghai, a 22 de Noviembre de 2016.
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