¿OPIO DEL PUEBLO Y OPIO
DE PIJOS?
CUENTO CHINO. DE VERDAD
Ayer me hicieron la pregunta con la que
titulo este artículo, y me llevó a dedicarle un pensamiento al tema.
Como todos creíamos saber, “El opio del
pueblo” es una frase que popularizó Karl Marx hace casi un siglo y que sus
seguidores y evangelistas han difundido por el ancho mundo, aplicándola como
definición a la Religión. Oiga!... a cualquier religión.
Y digo que creíamos saber, porque lo que
yo ignoraba hasta hace un par de días es que en realidad esta frase Karl Marx
la tomó “prestada” de un íntimo amigo suyo que fue quien la escribió, que se
llamaba Bruno Bauer.
¡Qué cosas! toda una vida de rojo
pensando que había sido Marx y ahora resulta que fue uno de esos “creativos”
que hacen grandes las ideas de otros, como tantos y tantos a quienes nos hemos
encontrado a lo largo del desarrollo de nuestra profesión.
Y respondiendo a la pregunta-titular, yo
creo que sí, que también existe un “opio para pijos”, y que fue causa de dos
guerras entre dos imperios: El Británico y el Chino. Que los chinos perdieron
en la ribera del Rio de las perlas a su paso por Dongguan a unos kilómetros del
puerto de Guangdong al que los ingleses como no sabían pronunciarlo bien,
denominaron Cantón.
Era en este puerto donde los ingleses
daban gato por liebre a los chinos. Bueno más que liebre les daban opio que
traían (afanado) de las indias británicas (no las galantes) y lo cambiaban por
artículos que en esos momentos tenían grandísimo valor, dada su inexistencia en
el mundo occidental: Té, seda y porcelana.
Algo parecido a lo de las cuentas de
colores y el oro en el latrocinio llevado a cabo por los españoles en América a
la que entonces se conocía como las indias. Es como si ese nombre “Las Indias”
tuviese el significado de “Róbame lo que quieras, cariño”, lo cual era tomado
muy en serio por algunas de las potencias imperiales de la época, compro ejemplo España
e Inglaterra. Los dos imperios esquilmaron todo lo que pudieron las tierras
conquistadas, pero a los Ingleses les cundió más que a nosotros. Debe ser
porque también se dedicaban a robarnos y piratearnos literalmente hablando, los
barcos en alta mar por mor de aquellas “patentes de corso” que emitían los
reyes y reinas de la época.
El tal Drake (Francis) se puso las botas a nuestra costa. Y la Reina Virgen Elizabeth I engordó sus arcas convenientemente. No sé si murió virgen porque era fea, religiosa o gilipollas. Pero hoy existe un Estado en su honor en los Estados Unidos de América: Virginia.
Pero no quiero desviarme demasiado del
tema.
El “Opio de pijos” originalmente era muy
bien aceptado por los chinos, porque no hay más que ver las caras de estar
volados, o muy puestos según la terminología preferida, que se les quedaban en
los fumaderos. Ya aprovechaban también para darle al sexo. Y esta tradición
cambiando las sustancias aunque no lo de los bajos, ha seguido hasta hoy
extendida a lo largo y ancho del mundo.
Cuando el emperador de la época que creo
que se llamaba Daoguang, se dio cuenta de que no había forma de controlar a su
pueblo cuando se ponían hasta arriba de opio, decidió prohibir su venta y
consumo, cosa que a los ingleses les pareció fatal y organizaron el par de
guerras a las que me he referido al principio que, el hecho de perderlas, a los
chinos les costó Hong Kong y Macao.
Lo de Hong Kong ha durado 150 años y ahora
que volvió a control de la China milenaria no tienen muy claro como controlarlo,
y de vez en cuando se tienen que fumar un par de pipas de opio para tratar de
saber que demonios hacer para no estropear esa joya (en mi opinión, claro!) que
los ingleses hicieron de Hong Kong. De momento vamos bien, pero no estoy muy
seguro de que esto vaya a durar para siempre. Sobre todo después de convivir
con ellos durante los últimos cuatro años.
La batalla definitiva tuvo lugar en un
descampado (hoy destino histórico-turístico) de la que hoy es la ciudad de
Dongguan, a la orilla del rio de las perlas. Por cierto, el río se llama así
por dos razones:
La primera, porque hay una isla en forma
de perla a su paso por Guangdong
Y la segunda, porque el río esta repleto
de esas joyas, pues las perlas de río son muy apreciadas por allí.
Yo que ya he probado las gambas de río y
las almejas de río, os puedo asegurar que son buenísimas, y naturalmente mucho
más caras que las de mar, porque abundan menos. Así que aunque de perlas no sé
nada, me imagino que las de río deben ser estupendas y valiosísimas.
Nosotros visitamos mucho esa ciudad
porque hemos llevado a cabo allí varios trabajos de diseño de interiorismo, y
eso nos ha permitido saber una cosa curiosa al respecto:
En una ocasión me dijeron que el 85% del
PIB de Dongguan procedía de la prostitución. Cuando ves la vitalidad económica
de la ciudad, piensas que la actividad sexual debe ser frenética. Y también me
dijeron que como Xî JinPing está tratando de eliminar la prostitución en
China (¿A quien se le ocurre, por
Dios?), el PIB de la ciudad ha descendido ostensiblemente, desde que este
hombre llegó al poder. Teniendo en cuenta que el sujeto en cuestión estuvo
estudiando en Boston (Harvard para ser más exactos), se ve que se le pegó el
puritanismo ramplón americano que es capaz de llevar al poder a un sujeto
impresentable con un tupé rubio.
Yo no sé si esta tradición de
satisfacción de “bajos instintos” procede de la época del opio, pero hay un
hecho cierto y es que es la ciudad más importante de China como destino de
turismo sexual.
Y declaro solemnemente, que no he sido
afectado por ese virus por muchas veces que haya visitado la ciudad.
Así que…creo que sí, que hay un opio para
el pueblo y otro para pijos, aunque yo, por el momento no tenga intención de
aficionarme a ninguno de los dos. El del pueblo ya lo probé, y sobradamente,
durante y después de Franco y no me han quedado ganas de repetir.
Bellaterra, 20 de Julio de 2016.
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