Que no estaba
muerto, que no…que estaba tomando cañas!!!
Me he ausentado unas cuantas semanas de
la cosa de las redes sociales porque he necesitado vitalmente, parar un momento,
darle una pensada y tratar de comprender el por qué de esta adicción insana.
(como todas las adicciones, claro!)
Todo comienza hace unos meses, cuando me
voy a comer con un amigo y me pide por favor que no cuelgue la foto en Facebook
porque…y me da una explicación que interpreto como la necesidad de mantener
privacidad sobre algo tan simple como comer con un amigo sin que se enteren
todos los vecinos.
Unos días más tarde estoy en el cine en
Shanghai, y una china (los chinos están obsesionados con ir contando todo lo
que hacen a cada minuto en el WeChat), se pasa la película haciendo fotos a la
pantalla y escribiendo comentarios en su móvil. Y me pregunto, ¿a que carajos
va esta chica al cine? Si se pasa la peli escribiendo, no creo que se entere
del argumento.
Aunque hay quien dice que esta es una
nueva especie “multitarea” que se está desarrollando socialmente entre el
colectivo de “los jóvenes”.
Y otro día en un parque veo a otra chica
posando para sí misma haciéndose unas decenas de selfies y enviándolas
inmediatamente por el WeChat.
Y así. Y concluyo que lo importante no es
ir al cine o comer un plato desconocido hasta ahora, o hacerse una foto o
rascarse el lóbulo de la oreja Lo importante es contarlo.
Da igual donde estés, en un ascensor, en
un restaurante, en el metro, en la sala de espera del aeropuerto, en un funeral,
en un concierto, en cualquier parte, el pling del mensaje entrante se escucha
constantemente y la actitud zombie de los escrutadores de pantallas no deja
lugar a dudas: tengo que ser capaz de ser más activo, o más listo, o más
gracioso, o más prolífico de tonterías intrascendentes que todos los demás.
Y yo me pongo crítico con estas
actitudes, y entonces se lo comento a Lola, y le explico que esto es como una
enfermedad social de nuestro tiempo fruto de la soledad y de cómo la mala
interpretación del servicio de las tecnologías nos lleva a confundir el medio
con el mensaje y tal y tal y tal.
Y es cuando viene la demolición, porque
Lola con su proverbial seguridad me dice: o sea, como tú!
No mujer no ….¿o sí?
Y me pregunto: ¿Por qué demonios tengo que
explicar cada comida que hago con amigos, cada chorrada que se me ocurre, o
cada “profundo pensamiento” que doy a luz?
Pues…o es por soledad o es por narcisismo,
me respondo.
Seguramente, en mi caso es por las dos
cosas. Porque la vida en Shanghai es dura y necesitas sentir próximas aquellas
cosas, lugares, y sobre todo personas que sientes cercanas, o lejanas, da
igual; y a las que necesitas aferrarte para emerger como un corcho en el
proceloso mar de la China.
Y esa necesidad de ir mirando, cada vez
que escribes algo, a ver si hay otro “me gusta”, porque se supone que a mayor
número de “me gusta” más marchamo de “inteligente” merece tu comentario.
Y tú contra argumentas diciendo que al
fin y al cabo tu pizarra es un instrumento de protesta y reivindicación ante
tanta porquería como nos rodea, y te das cuenta de que esto está lleno de gente
diciendo improperios y sobre todo disparates, y actuando de forma ruda, basta,
torpe y maleducada en la mayor parte de casos.
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¡Que no mujer, que no, que
mis amigos no son así!
Y echas una mirada al conjunto de tus “amigos”
y te das cuenta de que salvo unas decenas de ellos, al resto ni los conoces, ni
sabes como piensan ni como actúan ni ná de ná.
Hace tiempo me decía un amigo (de los de
verdad) que se veía incapaz de “gestionar 500 amigos”, y desde entonces voy
haciendo cribas para bajar de esa cifra, pero irremediablemente vas aceptando
peticiones de “amistad” de amigos que a su vez son amigos de otros amigos, y
eso.
Y cuando haces una foto por la calle, o
en un restaurante, o en cualquier sitio, ya estás pensando en el comentario que vas a
hacer para que la vean “los del Facebook” o el Twitter o Instagram o la red de
Tarzán y su madre en el trampolín de la muerte. Porque hay redes sociales para
todos los gustos, y tú eres tan narciso que te apuntas a un bombardeo con tal
de que te vean la jeta
Y por no hablar del nivel de ñoñería, de
poesía barata, de pasión por videos estultos de gatos, de niños imbéciles y de
gente lerda de la que estamos rodeados por doquier.
Entre las redes sociales formales, y los
grupos de Whatsapp la cantidad de idioteces que me llegan al cabo del día es
impresionante, y es muy, pero que muy difícil sustraerse al globo con pling
incluido e ignorarlo olímpicamente.
Parece ser que al igual que la ludopatía
esta adicción a todo lo que circula por el éter de mierda este que hemos creado
entre todos, se está convirtiendo en una patología en la que más vale no caer,
porque como pasa con todas las adicciones, entrar es fácil pero salir…collons
que difícil es!!!
Una antigua amiga que no se por donde
andará me solía decir:
NO SOMOS NADIE, JESÚS…Y MENOS EN LA
DUCHA.
Y yo añado, es que hacen con nosotros que les da la real gana.
En Bellaterra, el Sábado 18 de Febrero de
2017.