LOTERÍA, SUERTE, AZAR
CUENTO ESCRITO EN CHINA (QUE
NO CHINO)
DE VERDAD
Es un hermoso espectáculo ver
como se desata la emoción cuando la Lotería “cae” en un barrio, en un pueblo o
en una comunidad de vecinos.
A los agraciados se les queda
cara de “como me estaba mereciendo yo que me pasase esto”, y les entran unos
deseos irreprimibles de invitar a cava a todos los amigos; incluso a los
desconocidos que pasan por ahí en ese momento. Necesitan echarse a la calle a
desbordar su alegría y compartirla con quienquiera que se les aproxime. Ahora
parece que ha remitido el obsceno espectáculo del Director de la sucursal
bancaria vecina como cuervo carroñero. Las nuevas tecnologías les aproximan al
ganador vía Whatssap que es mucho más cool. “Felicidades Antonio, no dejes de
llamarme que tengo muy buenas noticias para ti (como lo de las preferentes por
ejemplo)”.
Hoy veía como en Monforte de
Lemos (pueblo de residencia del maquinista del tren descarrilado el pasado
verano. También tiene su gracia la coincidencia), un entrevistado decía: “El gordo ha “caído” entre la gente que más
lo necesitaba.”
Y, ¿Acaso eso no ocurre cada
vez? En general suele tocar a los más desfavorecidos, que por eso juegan a
tentar al azar y su suerte, como única esperanza de que sus vidas mejoren,
porque lo que es con la acción del Gobierno, van dados.
Otro decía: “Ya no soy hipotecario, soy propietario”.
Y lo más repetido: “Ahora podré tapar algunos agujeros”.
Que felicidad la de los
tocados por la diosa fortuna que acecha tras el “bombo”, y por el contrario
cuantas muchísimo más abundantes decepciones de los que jugando también a su
última esperanza para el cambio de vida, la realidad les devuelve a su terrible
desesperación, lamentándose incluso de no haber gastado los euros que les costó
el juego, en un plato de lentejas de verdad.
Y a continuación del
espectáculo de los afortunados, me he acordado de unas cuantas anécdotas que he
vivido relacionadas con esto de la Lotería.
La primera data de cuando yo
manejaba una empresa cuyo consejo de administración lo constituían ocho de los
considerados como mejores empresarios de la publicidad de ese momento (1993.
Así, los que estáis o estabais en este mundo, podéis tratar de deducir quienes
eran).
La Navidad de ese año, la
empresa les regaló un jamón y un billete de lotería. Uno de los consejeros, al
que profeso un enorme cariño, me dijo: Por
muchos años que vivas en Catalunya, no puedes negar tu origen madrileño. No hay
regalo más “madrileño”, que un billete de Lotería adosado a un jamón.
En ese momento aprendí que
estos dos elementos (pata de cerdo y billete de lotería), formaban parte del
adn del espécimen nacido en esa ciudad en la que la alcaldesa habla un inglés
espectacular.
La segunda me sucedió, con un
cliente al que le regalé un décimo y me contestó: Muchas gracias Jesús, pero es que yo nunca juego a la Lotería.
Pues debes ser de los pocos,
le contesté.
Y me argumentó, que ese era
el recurso de los pobres y que, “obviamente,
no es mi caso”.
Y la tercera tiene un matiz
humano que cuando me sucedió, me conmovió.
Yo tengo un muy querido amigo
que es doctor en medicina y ejerce como médico de familia en la localidad
barcelonesa de Sant Cugat.
El Dr. Jaume Ros aparte de
excelente persona, es un notable galeno cuya cartera de pacientes supera los
4.000.
Jaume, el día que se
presenten todos a la vez en la consulta no sé que harás, porque en esta sala de
espera solo caben 12.
Conozco a Jaume desde 1990,
aunque empezamos a ser amigos algunos años más tarde. Y nos hemos hecho
compañeros de muchas cosas entre otras de bicicleta: Me machaca siempre que
subimos al Tibidabo (es 8 años más joven que yo y eso se nota en las subidas,
aunque otra cosa son las bajadas, donde no me pilla ni en broma, porque yo peso
unos kilos más que él y bajando también se nota).
También es mi “pareja de
buceo”. Nos consideramos inseparables debajo del agua, donde él consigue que yo
esté callado. Yo digo que si no viene conmigo, no bajo. Y a esta norma sólo se
le acepta una excepción, que es cuando hacemos un viaje de buceo acompañados
con nuestras respectivas esposas. Yo ahí siento terribles celos de Inma, porque
él la prefiere a ella, y como Lola me ha dicho que bajo el agua su pareja
siempre es el guía, yo me quedo más solo que el pez piedra. Y hago la inmersión
tratando de hacer un trío acuático con el Dr. y su esposa o el guía y la mía.
Para poneros en contexto al
pie de la anécdota que os voy a referir, os diré que Jaume es hijo de una
pareja de guardeses que se hicieron a sí mismos trabajando como acémilas hasta
conseguir ser propietarios de varias empresas, y poder dar instrucción y
carrera a sus cuatro hijos. Y si Jaume no es lo que antes se llamaba “rico por
casa” es porque el padre le ha enseñado a trabajarse por sí mismo lo que pueda
llegar a obtener de la vida material o espiritual.
Bueno pues un día le pregunté
si jugaba a la Lotería de Navidad a lo que me contestó que nunca había jugado y
que nunca jugaría.
¿Y eso por qué Jaume?
¿Te parece poco premio haber
nacido en la familia que he nacido?. A mí ya me tocó y no necesito tentar más a
la suerte.
¡¡¡Que suerte poder contar
con amigos de ese nivel personal!!!!